Conciliación familiar en el trabajo.




En mi ámbito laboral, es relativamente frecuente, que compartan el trabajo parejas que forman una misma unidad familiar.

 

Cuando es preciso conciliar la vida familiar y el trabajo, compruebo que, con demasiada frecuencia, somos las mujeres las que adaptamos nuestros horarios laborales y pedimos permisos de trabajo, reducciones de horarios, excedencias… en función de las necesidades familiares. 

 

Dentro del ámbito de la Administración Pública, puede parecer que estas situaciones no perjudican a la mujer, ya que simplemente ejercemos unos derechos que tenemos. Pero al final terminan afectando y perjudicando nuestras expectativas laborales. 

 

Una reducción de jornada o una excedencia, pueden resultar letales a la hora de elegir a una determinada persona para una plaza vacante. Aunque hagas muy bien tu trabajo cuando estás, si no estás cuando los demás están, es muy difícil que te tengan en cuenta.    

 

A la hora de sacrificar nuestra actividad laboral, para poder conciliar nuestra vida familiar, no importa que las necesidades sean de carácter afectivo o material. Da lo mismo que se tenga que acompañar a los niños al colegio o al medico, solventar determinadas necesidades de las personas mayores… o resolver una situación de urgencia como una avería imprevista en el domicilio. Por regla general, son las mujeres las que solicitan el permiso para gestionar las necesidades de sus familiares o estar en el domicilio cuando llegan los operarios. 

 

Un argumento con el que se explica que las mujeres reduzcan sus jornadas laborales o tomen una excedencia por cuidado de familiares, es que en muchos casos, sus parejas tienen mejores salarios, y por ello para la unidad familiar, es más productivo que sean ellas las que salgan del ámbito laboral. Esta circunstancia normalmente no se da en las parejas dentro de la Administración Pública. En muchos casos, tienen responsabilidades laborales parecidas si no iguales. Por ello tienen que existir otras razones que explique estas situaciones.

 

Si preguntáramos a las mujeres cual es la razón por la que son ellas las que deciden priorizar la vida familiar sobre la laboral, en muchos casos responderían que ellas se desenvuelven mejor que ellos, en el ámbito doméstico. En algún caso llegarían a decir que piensan que ellos lo harían peor que ellas e incluso, rizando el rizo, algunas dirían que ellas están acostumbradas y que no les cuesta nada…

 

Las mujeres hemos interiorizado que las actividades que tiene que ver con el cuidado y el hogar, la esfera interna, nos corresponden y además que las realizamos mejor que los hombres. 

 

Seguramente, si que realizamos mejor que ellos estas tareas. Pero no es porque tengamos un gen específico que nos predetermina a ello. La educación y los estereotipos tienen un poder inestimable, del que no llegamos a ser conscientes realmente.

A las mujeres se nos ha educado para ocuparnos y desarrollarnos principalmente dentro del ámbito familiar.

 

Realmente resulta muy práctico y económico a la sociedad, que la mitad de las personas se dediquen al cuidado de la otra mitad.  Se nos educa así, y cambiar estos patrones es tremendamente costoso. Eliminar estereotipos y educar en la igualdad a mujeres y hombres, sin exigir distintas responsabilidades, es tremendamente complejo. En personas muy jóvenes, seguimos viendo actitudes chocantes e inexplicables, en relación a los roles de hombres y mujeres.

 

Los estereotipos están grabados con fuego e interiorizados, a veces en las mujeres, con más fuerza que en los hombres. Quizá la mujer protege y defiende su espacio domestico, porque piensa que si lo pierde ya no le quede nada. 

 

Yo creo que es importante empoderar a la mujer, que no se le enseñe que su función primordial se centra en el espacio interno. La vida familiar es un pilar importante de la felicidad, pero ese espacio domestico pertenece a todos los componentes de la unidad familiar. Por ello  es necesario compartir los quehaceres engorrosos, del mismo modo que se comparten las alegrías.

 

Como decía Emilia Pardo Bazán

 

“Los sentimientos no los elegimos se nos vienen, se crían como la maleza que nadie planta y que inunda la tierra.”

 

https://www.actualidadliteratura.com/frases-celebres-emilia-pardo-bazan/

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